viernes, 22 de enero de 2021

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando aprendemos?

Nuestro cerebro trabaja mediante un ciclo de aprendizaje que se puede generalizar, pero que como todos sabemos puede variar debido a que cada persona es un ser único.

Una de las teorías acerca de cómo aprende nuestro cerebro fue formada por James Zull[1], y consta de cuatro procesos que se llevan a cabo en diferentes áreas del cerebro humano.

El primer proceso se da en las cortezas sensoriales, como su nombre lo indica consta de la captación de información a través de los sentidos, como una primera experiencia del mundo exterior.

El segundo proceso consta de la significación de las experiencias, es decir, realizar reflexiones y encontrar en nuestra cabeza una definición o un conjunto de características para aquello que estamos percibiendo. Este proceso se da en el lóbulo temporal, y lleva un tiempo determinado dependiendo de la cantidad de información.

En el córtex prefrontal tiene lugar el tercer proceso, consta de la creación de conocimiento a través de la abstracción y las relaciones conceptuales. Esta parte del cerebro se ocupa de la toma de decisiones y de ahí deviene su importancia, parte de la educación comunicativa consiste en el entrenamiento cerebral para la toma de decisiones productivas frente a los problemas cotidianos.

Por último, el cuarto proceso consiste en llevar a la práctica aquellas abstracciones, la corteza motora se encarga de aplicar lo aprendido en acciones físicas.

El cerebro es un órgano que podemos ejercitar toda la vida. Cuando aprendemos se ilumina, aumentan las conexiones sinápticas, y las ondas cerebrales pasan por diferentes partes del cerebro, estimulándolo. Continuar aprendiendo todos los días le otorga plasticidad a este órgano fundamental, y con ella aumentan las emociones positivas, la toma de decisiones más reflexionadas y el sentimiento de utilidad como ser humano, proceso que nos mantiene vivos psicológicamente.

Para el buen aprendizaje uno de los procesos más necesarios y que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, es la lectura. Tres regiones del hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se ponen en funcionamiento cada vez que desciframos un texto: el área occipital, la circunvolución frontal inferior y el área parieto-temporal nos permiten la conciencia fonológica necesaria para la comprensión lectora. La conciencia fonológica, consiste en distinguir las unidades básicas de las palabras (las sílabas), y representarlas mediante un sonido en nuestra mente, logrando así la compresión total de una lectura de corrido.

¿Qué sucede cuando el proceso neurológico de lectura no se logra con eficiencia?

Cuando un niño no puede leer y comprender en su totalidad los conocimientos, sin estar hablando de causas económico-sociales ni de integración, posee lo que se conoce como “Dislexia”. Esta enfermedad, en parte genética y con motivos neurológicos es una de las principales causas de las dificultades de aprendizaje.

Adentrándonos de lleno en el tema, podemos comentar acerca de las teorías que surgieron para explicar las causas de la dislexia. Albert Galaburda[2] fue quien observó que en los cerebros de las personas disléxicas existía un patrón que puede ser la causa puntual. Las neuronas, células fundamentales del sistema nervioso, se encuentran “apoyadas” por lo que se conoce como células gliales, que cumplen funciones nutricias y de sostén. Galaburda observó que en el caso de quienes padecían dislexia, un grupo de células debiendo formar parte de la corteza cerebral, en el periodo de formación del feto, continuaron hacia la parte externa de ésta, formando lo que se conoce como “ectopia”, es decir una anomalía en la que neuronas y células gliales se agruparon en el lugar incorrecto.

Se estiman causan genéticas debido a que quien “dice” a donde es que debe estar cada neurona son los genes, por lo que debería haber una falla de orden genético para que esto suceda. Según estudios de Galaburda, esa falla estaría presente en el cromosoma 15.

Estas afecciones provocan la disminución de la activación de las regiones involucradas en los procesos de lectura, ralentizando o incluso impidiendo la compresión, el habla fluida, y la escritura de producción propia.

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